Columna invitada

. - Viernes 4 de octubre - 7:41 am -

Por Abel Fuentes Rocha

Este primero de octubre se cumple un año de que los 160 concejales de las 16 alcaldías de la Ciudad de México tomaron protesta y, con ello, se inaugura una nueva etapa política e histórica en la capital del país, pues por primera ocasión los habitantes de esta metrópoli contarán con alcaldes y concejales en cada una de las jurisdicciones territoriales.

El tránsito a esta nueva realidad no ha sido fácil, pues con la nueva Constitución de la Ciudad de México desaparecieron las delegaciones políticas y se crearon las alcaldías que tienen nuevas funciones y responsabilidades y, junto a sus titulares se creó un concejo conformado por diez concejales de diversas fuerzas políticas.

Los constituyentes creyeron en que los concejales serían un contrapeso político y administrativo para los alcaldes, pues conocían la historia de quienes alguna vez detentaron el cago de delegados políticos, caracterizados por tomar decisiones unilaterales y, muchas veces sin el conceso de la población.
Sin embargo, la realidad ha sido caprichosa y no se ajusta al espíritu de la ley.

La figura de los concejales ha sido “desaparecida” de manera intencional en las alcaldías donde los alcaldes siguen actuando –claro hay sus excepciones—como reyezuelos que se niegan a transparentar su actuar y siguen manteniendo la opacidad en la administración y uso de los recursos públicos.

Pues si bien, existen los concejos, estos se han enfrentado a la denostación, la acusación y la guerra sucia de los alcaldes que, en principio se ha desatendido totalmente de quienes debieran ser su contrapeso. En pocas palabras, han sido tratados con menosprecio y, en cierta medida, se encuentran en el abandono.

Tenemos lamentables casos, en que algunos concejales no cuentan siquiera con un espacio físico en donde realizar sus tareas. Más aún, sin recursos, sin personal y enfrentando intereses muy fuertes, los concejales han luchado por escuchar a los ciudadanos, llevar propuestas a los alcaldes y, por supuesto, supervisar la actuación de los mismos.

Otros, cuentan con oficinas –la mayoría de éstas alejadas lo más posible del edificio de la alcaldía—donde sólo existe un teléfono y un escritorio; todos ellos compartiendo un mismo espacio para realizar sus funciones.

Creo que los alcaldes no han entendido o no quieren entender que a medida que fortalezcan a sus concejales tendrán mayor legitimidad en la toma de decisiones y acciones en favor de la ciudadanía. Los concejales no somos sus enemigos, somos quienes daremos legitimidad y valor al desempeño de quienes tomas las decisiones.

Este año ha sido muy difícil para todos quienes tenemos la confianza de los ciudadanos y los representamos al interior de los concejos de las alcaldías, pero creemos que este año de prueba será superado con éxito, ya que el trabajo comprometido, serio y honesto de los concejales se ha ganado la simpatía de los ciudadanos que esperan un cambio.

El cambio que esperan es que sus voces, sus demandas y supervisión sea expuestas y sean tomadas en cuenta por los alcaldes quienes también están bajo prueba en este nuevo marco legal que busca, ante todo, la cercanía con los hombres y mujeres de a pie, esos que trabajan en el barrio, que caminan sus calles y que conocen las necesidades de cada colonia, pueblo, barrio y unidad habitacional.

Hago votos para que el próximo año de trabajo sea fructífero en beneficio de quienes habitamos la Ciudad de México, a la cual queremos proyectar como una metrópoli sustentable, con equidad e igualdad de derechos, con altos índices de seguridad, de cero tolerancia a la impunidad y a la corrupción. Estamos en buen camino y creo que lo conseguiremos.

Abel Fuentes Rocha, abogado y concejal de la alcaldía Cuauhtémoc, donde preside la Comisión de Transparencia.