Circo, derecho y cultura�un compromiso pendiente

. - Domingo 20 de octubre - 8:27 am -

El circo en nuestro país tiene una larga tradición cultural, y posiblemente sus orígenes en cuanto a ciertos actos acrobáticos, los encontramos en la época prehispánica, como en la cultura totonaca en el estado de Veracruz, con el famoso ritual de la fertilidad, llevado a cabo por cinco hombres, que se lleva a cabo en un tronco de árbol de 18 a 40 metros de altura, en los cuales, uno de ellos empieza a danzar y a tocar una flauta y un tambor parado en lo alto del mástil, mientras los otros cuatro descienden atados de los pies, venerando a la naturaleza, me refiero a “Los Voladores de Papantla”; y así podemos encontrar en otras tantas culturas de nuestro territorio mexicano, representaciones que conllevan actos de acrobacia.

Como referente de ello, tenemos al gran historiador y cronista de Hernán Cortés, Francisco López de Gómara, el cual en su obra titulada: “HISTORIA DE LA CONQUISTA DE MÉXICO”, hace referencia a “Los jugadores de pies”, que conlleva un acto actual circense, y a los llamados matachines, los cuales eran tres hombres que se subían uno sobre otro de pies llanos en los hombros, y el postrero hacía maravillas, así lo menciona el autor.

El circo moderno, se lo debemos a Philip Lailson, quien llegó a la Ciudad de México en 1809 con su “Real Circo de Equitación” similar al que se ejecutaba en Europa; ya para 1841 se presentó el primer espectáculo de circo mexicano, con “El Circo Olímpico” de José Soledad Aycardo; y el 26 de agosto de 1888, el circo mexicano más reconocido en la historia de nuestro país, debutó en Mazatlán, Sinaloa, me refiero al “Circo Atayde Hermanos ”, fundado por Aurelio Atayde, y que actualmente continúa dando funciones y sana diversión a las familias mexicanas, con sus grandes espectáculos circenses.

De 600 circos que existían aproximadamente hace diez años, hoy en día existen poco más de 100, gracias a la legislación de vida silvestre del 3 de julio del año dos mil, que prohibió a los circos la utilización de este tipo de animales, y a la falta de regulación legal que se requiere, para evitar actos de corrupción por parte de las autoridades, al solicitar una serie de requisitos muchos de ellos absurdos para que un circo pueda establecerse en determinada demarcación territorial, municipio o población, a cambio de dádivas económicas, por la falta de dicha regulación legal.

Es por ello, el compromiso de la sociedad de demandar a todas las autoridades, salvaguardar este hermoso espectáculo familiar, de sana diversión, en donde los padres, hijos, abuelos, tíos, primos, y público en general, puede tener acceso a una serie de actos de acrobacia y magia, sin la utilización de malas palabras y fuera de toda pornografía, lo que obliga al gobierno federal y estatal, de rescatar nuestro circo mexicano.

El maestro Mario Mondragón, es académico de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México y asesor jurídico en materia de derecho legislativo.

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